Uno de los destinos de Brasil que nos conquistó es Porto de Galinhas, en el Estado de Pernambuco. 

Su fama está bien merecida: playas para todos los gustos y tipo de turistas. Las hay con olas suaves para divertirse; las que son tan tranquilas como piletas de natación y las más movidas para practicar surf. 

Lo que todas tienen en común es la claridad de un mar que siempre está templado invitándonos a practicar snorkel o buceo. Y no es necesario ser experto ya que los peces de colores están a muy poca profundidad. Eso se debe a la existencia de los arrecifes de coral que protegen la costa y que están a escasos 200 m de la playa donde es común encontrarse con  langostas, pulpos, peces piedra, lenguados, anguilas y peces cirujanos, entre otros. Se trata de un excelente lugar para buceo nocturno, donde la profundidad máxima es de 12 m.

Quienes lleguen con un certificado que los habilite a bucear a mayor profundidad podrían darse el gusto de visitar un naufragio de unos 300 años que actualmente está a 30 metros de la superficie. Todavía se pueden ver las anclas de 4 m, parte de la quilla y la estructura de madera donde encuentran refugio variedad de tortugas, rayas y muchas otras especies marinas.

También es posible realizar un “Bautismo de Buceo” de unas dos horas y media de duración. 

A sólo 50 kilómetros del Aeropuerto de Recife tenemos a nuestra disposición 18 kilómetros de playas, una amplia propuesta hotelera, gastronomía nordestina muy sabrosa basada en sus frescos productos de mar (imperdible una buena Moqueca de Camarón!), un centro histórico muy colorido y artesanías para llevar de recuerdo.  

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