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Viajo con historia: Bandoleros norteamericanos en Esquel

Viajo con historia: Bandoleros norteamericanos en Esquel

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¿Sabías que dos de los bandoleros más famosos de la historia se escondieron en la Patagonia Argentina? A tan solo dos horas de Esquel y diez kilómetros de Cholila, tomando un desvío de la Ruta 71, hay una vieja cabaña que alojó entre 1901 y 1905 a dos de los bandidos más buscados en Estados Unidos: “Butch Cassidy” y “Sundance Kid”.

Año tras año, esta construcción de cuatro habitaciones, ubicada a pocos metros del Río Blanco, suscita la atención de numerosos viajeros y turistas que arriban para interiorizarse de la curiosa y sorprendente historia.

Fotos que han emergido de los álbumes familiares de los pobladores han ratificado la identificación de los forajidos, al contrastarse con los carteles de “wanted” (“Buscados”) que supo difundir la empresa de seguridad Pinkerton, que llegó a la Argentina siguiéndoles los pasos.

Libros, artículos periodísticos e incluso una película de Hollywood (“Dos hombres y un destino”, con la actuación de Paul Newman y Robert Redford) han retratado ampliamente las andanzas de estos polémicos personajes. Su residencia en la Patagonia Argentina, sin embargo, sigue develando misterios.

De bandoleros a ganaderos

Robert LeRoy Parker y Alonzo Longabaugh, alias “Butch Cassidy” y “Sundance Kid” respectivamente, dejaron en Estados Unidos a su banda, “The Wild Bunch” (“La Pandilla Salvaje”), cuando el asedio de la Justicia les pisaba los talones. Al puerto de Buenos Aires arribaron en marzo de 1901 con sendos nombres falsos: “Butch Cassidy” eligió el de James Ryan y “Sundance Kid” se hizo llamar Harry Place. Llegó con ellos una joven, Etha Place, pareja de este último.

Tras el arribo, de inmediato se alojaron en el Hotel Europa, que daba al Río de la Plata. George y Ralph Newbery, dentistas y vicecónsules de Estados Unidos en Buenos Aires, recibieron a “Butch Cassidy” y “Sundance Kid”, ocultos detrás de sus identidades falsas.

Los hermanos Newbery les sugirieron instalarse en la Patagonia. Los hermanos Newbery, que tenían intereses en Neuquén, anhelaban poblar la zona de inmigrantes anglosajones para a futuro solicitar que se les permitiera erigir una colonia allí.

Dos meses después, los bandidos y Etha Place, tomaron un tren en la estación de Constitución en Buenos Aires y, tras pasar por Bahía Blanca, arribaron a Neuquén. Con asistencia de un baquiano, finalmente se instalaron a orillas del Río Blanco, en Cholila, que en esos días contaba con tan sólo seis familias.

Tras abrir una cuenta en la sucursal porteña del Banco de Londres y el Río de la Plata, con el dinero que habían traído de Estados Unidos, adquirieron medio centenar de hectáreas del noroeste del Chubut, al pie de la Cordillera de los Andes. Allí se dedicaron a la ganadería vacuna y ovina, y a la cría de caballos.

Mientras los bandoleros avanzaban como empresarios ganaderos patagónicos, la empresa Pinkerton había dispuesto hacer espionaje a toda la correspondencia que llegara de parte de Butch Cassidy y Sundance Kid a sus familiares y amigos en los Estados Unidos.

“Tengo 500 vacunos, 1500 ovinos, 28 caballos de silla, dos peones que trabajan para mí, además de una casa de cuatro habitaciones y galpones, establo, gallinero y algunas gallinas. Los Estados Unidos me resultaron demasiado pequeños durante los últimos años”, supo decirle Butch Cassidy a una amiga en una carta. De ése y otros testimonios, se deduce que la idea inicial de los bandoleros era establecerse en la Patagonia para vivir el resto de la vida en paz, alejados de la delincuencia y a salvo de la persecución de la Justicia. Así descubrieron que habían huido hacia la Argentina.

Parte de la comunidad

Los robos de “The Wild Bunch” se hicieron famosos no solamente por sus dimensiones (bancos y trenes), sino también por la planificación que había detrás. Se cuenta que solían llegar mucho antes a los lugares para estudiarlos bien y hacerse conocidos de la gente. Y que para facilitar la huida, cortaban los cables del telégrafo y tenían caballos ubicados en postas preestablecidas. También se destacaba que no apelaban a dejar muertos inocentes en el camino de sus actos delictivos.

Sobre los bandidos se recuerda la relación cercana que mantuvieron, paradójicamente, con un ex sheriff estadounidense, oriundo de Texas, John “Comodoro” Perry. Él se instaló en Cholila en 1903 y sostuvo un vínculo social y comercial con los bandoleros. Y cuando decidieron irse de Cholila, es a Perry a quien le enviaron la carta de despedida.

También mantuvieron relaciones con la familia Hammond, de origen inglesa y radicada en Esquel, quienes solían visitarles. Y con el galés Daniel Gibbon, cuyos hijos vivían en Cholila, pese a que él se había mudado a Esquel.

Fue precisamente Gibbon quien se encargó, cuando los bandoleros decidieron precipitadamente dejar Cholila, de saldar las deudas que Butch Cassidy y Sundance Kid, con sus identidades falsas, habían dejado en la región.

El paso a la leyenda

El asalto al Banco de Tarapacá y Argentina en Río Gallegos, el 14 de febrero de 1905, por parte de dos bandidos angloparlantes, precipitó a la empresa Pinkerton a intentar detener a Butch Cassidy y Sundance Kid, a quienes se los señalaba como principales sospechosos.

Aunque se estima que la voluntad de los prófugos era sostener esta vida de hacendados, el comisario Edward Humphreys, un argentino galés amigo de Butch Cassidy, les informó que la agencia de detectives Pinkerton estaba en la Patagonia, buscándoles.

A partir de allí, el plan se trastocó y los bandoleros empezaron a planificar la nueva huida. El gobernador Lezana ya había emitido una orden de arresto.

El trío huyó a San Carlos de Bariloche y se embarcó en el vapor El Cóndor por el Lago Nahuel Huapi. Cruzaron la frontera por el Paso Pérez Rosales y arribaron a Chile por Petrohue, desde donde siguieron hacia el lago Llanquihue y de allí a Puerto Montt. Un tren a vapor los depositó en Valparaíso y de allí siguieron su ruta hasta Santiago de Chile. El mencionado itinerario era promocionado como un recorrido turístico.

Sin embargo, de regreso en Argentina, junto a una cuarta persona, robaron el Banco de la Nación de Villa Mercedes, San Luis. Perseguidos nuevamente, volvieron a cruzar hacia Chile para resguardarse.

El epílogo de sus historias los separa y los une nuevamente hasta 1908, donde asaltaron a un correo de una mina, que llevaba consigo el dinero de los salarios de los obreros.

Tres noches después, el 6 de noviembre, la policía y el ejército rodeó la casa en la que se escondían, en San Vicente, y tras un intenso tiroteo, les encontraron sin vida en el interior. Estudios forenses estimarían que no murieron alcanzados por las balas de sus perseguidores, sino suicidados ante el asedio.

Una hermana de Butch Cassidy aseguró tiempo después que en verdad él no había muerto, sino que había regresado a los Estados Unidos para vivir en el anonimato. Otras anécdotas dan cuenta de que Sundance Kid tampoco moriría en aquel episodio en Bolivia y que, por el contrario, también habría huido hacia los Estados Unidos, donde fallecería tres décadas después, en 1937.

En cualquier caso, el paso de Butch Cassidy y Sundance Kid por la Patagonia Argentina está atravesado por historias cruzadas e inevitablemente genera atracción entre numerosos visitantes y turistas. No probablemente como un elemento turístico, sino más bien como un atractivo histórico. La hipótesis sostenida de que Cholila fue en algún momento de sus vidas el lugar elegido para retirarse del delito y que, en torno de ello, llegaron a inventarse nuevas identidades y a tejer una relación tan cercana con la comunidad, vuelve aún más espectacular la historia e invita a sumergirse de lleno en la leyenda.

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