Si de recorridos inusuales se trata, este destino riojano no tiene nada que envidiarle a los grandes atractivos de la provincia. ¿Cuáles son sus encantos?
El principal motivo que lleva a los turistas a conocer Villa Unión, en La Rioja, suele tener que ver con su cercanía al Parque Nacional que, en el año 2000 y por su importancia arqueológica, geológica, paleontológica e histórica, fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Los ríos que atraviesan el Parque durante fugaces horas en la temporada estival de lluvias se transforman en senderos el resto del año, para que los visitantes descubran el cañón a pie, en bici o en un cómodo camión 4 x 4. En el recorrido se pueden apreciar geoformas únicas y conocer la historia del periodo Triásico de primera mano, entre guanacos, aves, vegetación típica y una gama indescriptible de colorados y rojizos que alucinan a grandes y chicos. Prohibido irse sin antes gritar dentro del cañón y escuchar nuestro propio eco multiplicado infinitamente: resulta una experiencia única.
Otras dos excursiones que se destacan dentro del Parque Nacional Talampaya son la Ciudad Perdida y el Cañón Arcoíris. En una misma caminata podés adentrarte a pie en un cañón donde los colores son protagonistas absolutos. Debido a la erosión y a la acción de distintos minerales y eras geológicas la tierra fue teñida y hoy luce diferentes pantones que sorprenden metro a metro para dar paso a la Ciudad Perdida. Allí la infinidad de geoformas atípicas parecen crear una ciudad que invita a ser descubierta entre sus laberintos.
El paso por el Parque es el plato fuerte, sin dudas, pero el destino tiene mucho más para ofrecer. Empezando por la ruta que te lleva desde la capital riojana, por la que se puede atravesar la Cuesta de Miranda, un paisaje serrano poblado de cardones, con vistas impactantes en una gama de rojos y verdes que contrastan poéticamente y, por momentos, pasa por lo que fue el famoso Camino del Inca.
En el camino vale la pena hacer una parada por Aicuña, un pequeño pueblito donde el tiempo parece detenerse. Como en ningún otro lado, allí se pueden apreciar las tradiciones y la calidez de los locales.
Una vez que llegamos a Villa Unión, es hora de disfrutar de su típica gastronomía donde los exquisitos vinos riojanos son el acompañamiento perfecto para maridar las excelentes carnes y las delicias regionales, entre las que se destacan las nueces confitadas y las aceitunas.
Si sos de los que busca aventura, podés hacer expediciones en 4x4 por el Cañón del Triásico para desandar los coloridos caminos donde hace millones de años los dinosaurios eran protagonistas. Si, por el contrario, preferís entrar en contacto con las tradiciones locales podés visitar Guandacol, un pueblo donde hace cientos de años reinaban los caudillos. Hoy hay cooperativas de tejedoras que siguen usando las técnicas y los telares que sus ancestros utilizaban hace cientos de años. Es allí el mejor lugar para adquirir un recuerdo artesanal hecho a mano y con mucho amor.
En el camino a este pueblo vale la pena visitar el Vallecito Encantado, para una corta caminata en la que se pueden descubrir geoformas únicas que el tiempo, el agua y el viento dejaron y los lugareños nombraron con creativos nombres.
Por último, no podemos dejar de mencionar la Laguna Brava, una travesía que atraviesa paisajes únicos por una reserva natural en plena cordillera riojana, poblada de vicuñas y guanacos para llegar a una laguna azul rodeada de sal y picos volcánicos donde habitan flamencos rosados en primavera y verano.