Cuando el clima empieza a suavizarse y los días se alargan, la provincia de Buenos Aires se convierte en el destino ideal para una escapada. No hace falta ir lejos para cambiar el aire: desde la ciudad, las rutas se abren hacia el mar, las sierras y los pueblos de tradición que conservan su encanto entre calles arboladas, plazas antiguas y aromas de campo.
En la costa atlántica, la vida parece latir al compás del mar. Mar del Plata ofrece una mezcla de historia y movimiento, donde la Casa del Puente, el puerto y las playas conviven con una fuerte vida cultural y gastronómica. Necochea, más tranquila, despliega un litoral extenso y natural, con médanos, bosques y el clásico tren ecológico del Parque Lillo, ideal para recorrer en familia. En Villa Gesell, las playas infinitas y el faro Querandí invitan a caminar entre dunas y disfrutar del silencio del viento.
Si la idea es cambiar las olas por montañas suaves, Tandil y Sierra de la Ventana son opciones perfectas. Tandil combina naturaleza y ciudad, con paseos por el cerro La Movediza, el Parque Independencia y los caminos rurales donde se producen quesos y dulces artesanales. Sierra de la Ventana, más serrana y calma, es un refugio natural rodeado de ríos, bosques y senderos que se tiñen de flores con la llegada de la primavera.

También hay postales de agua calma y espíritu sereno. En Chascomús y Lobos, las lagunas reflejan cielos inmensos y son el escenario ideal para deportes náuticos, pesca o una tarde de picnic frente al muelle. En Luján, la basílica imponente atrae peregrinos y visitantes que buscan historia y fe, mientras que San Antonio de Areco mantiene viva la esencia gaucha, entre talleres de platería, antiguas pulperías y casas coloniales.

Y para una escapada distinta, Tigre combina naturaleza y cercanía. A solo media hora de la capital, el Delta ofrece la posibilidad de navegar entre islas, recorrer museos, probar platos con sabor a río o perderse por senderos que parecen alejados del tiempo. En Azul, los paisajes rurales y las obras de Francisco Salamone agregan una nota de historia y arquitectura en medio de la pampa.
Cada rincón bonaerense tiene su propio ritmo, su paisaje y su historia. La provincia se descubre de a poco, entre la brisa del mar, los caminos serranos y la calidez de sus pueblos, donde todo invita a quedarse un rato más.