Con su muralla en forma de estrella, un castillo convertido en alojamiento y un casco histórico que parece detenido en el tiempo, esta encantadora localidad de Salamanca deslumbra a viajeros de todo el mundo. Además, presume de tener el carnaval más antiguo del país, una tradición que la llena de color y vida cada año. Se trata de Ciudada Rodrigo.

Castilla y León se distingue por su riqueza histórica y cultural, un territorio donde los castillos medievales y los monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad se multiplican por doquier. Lejos de ser un lugar monótono, cada celebración en la región lleva consigo siglos de historia que enriquecen la experiencia. Un claro ejemplo es Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca, una ciudad amurallada que se enorgullece de tener el carnaval más antiguo del país.
A finales del siglo XV, España vivía un periodo de gran esplendor. Casi al mismo tiempo que Cristóbal Colón exploraba el continente americano, una pequeña población en Salamanca alcanzaba su momento de mayor auge.
Durante esos años, el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo inició la construcción de la casa consistorial y destinó fondos para finalizar la catedral. Fue también en esa época cuando comenzaron a organizar la celebración conocida como Carnaval del Toro.
Si bien se cree que los antecedentes del carnaval se remontan a principios de la Edad Media, en España no hay registros oficiales de esta festividad hasta 1493. Fue entonces cuando los Reyes Católicos escribieron a las autoridades municipales de Ciudad Rodrigo solicitando que se redujeran los gastos en comida, bebida y corridas de toros durante las celebraciones.
A pesar de los años, el carnaval de Ciudad Rodrigo no ha dejado de celebrarse y llega hasta la actualidad con gran fuerza. Esta festividad, que se realiza antes de la Cuaresma y cuyo nombre proviene del latín carne-vale -adiós a la carne-, continúa convocando a miles de visitantes cada año.
Entre murallas medievales y grandes construcciones históricas, la ciudad se transforma en un espacio lleno de música, disfraces y alegría. Si los habitantes del siglo XV pudieran presenciar las celebraciones actuales, seguramente se sentirían satisfechos al ver que su legado cultural ha perdurado frente al imparable paso del tiempo.

Ciudad Rodrigo: un viaje entre historia y murallas
Recorrer Ciudad Rodrigo es sumergirse en un lugar que combina arte, historia y tradiciones con un encanto difícil de igualar. Cada calle y rincón guarda detalles que capturan la atención de los visitantes, desde la muralla medieval en forma de estrella que protege el casco antiguo, hasta la animada Plaza Mayor rodeada de edificios históricos que parecen contar historias de siglos atrás.
El pasado se hace presente en los edificios más representativos de la ciudad. La Catedral de Santa María, con su estructura gótica, todavía conserva las huellas de la Guerra de la Independencia contra Francia. Su imponente fachada, el amplio claustro y el majestuoso rosetón gótico son un reflejo de su grandeza, pero también dejan entrever la historia marcada en sus paredes. La muralla, de más de 2 kilómetros y una de las mejor conservadas de España, habla del pasado militar de Ciudad Rodrigo; aunque sus orígenes se remontan al siglo XII, la estructura que se observa hoy data del siglo XVIII, con cicatrices que recuerdan los combates que sufrió la ciudad.

A quienes se alojan en el Parador de la ciudad, la experiencia les recuerda dormir como la realeza. Entre sus paredes se pueden admirar obras artísticas de gran valor, como la copia de Las bodas de Caná -original en el Louvre- y tapices flamencos de los siglos XVII y XVIII que decoran sus salas.
Los museos de Ciudad Rodrigo también ofrecen un recorrido fascinante por su historia. El Palacio de Moctezuma, hoy sede de la Casa de Cultura, permite conocer la evolución de la ciudad a través de exposiciones temporales. Mientras tanto, el Museo Diocesano y Catedralicio, dentro de la catedral, resguarda vestigios romanos, restos arqueológicos funerarios, objetos de distintas etapas de construcción del templo y piezas que datan de la prehistoria de la comarca. Entre sus tesoros se destacan un breviario perteneciente a Isabel la Católica y un Cristo de marfil de estilo hispano-filipino, testigos silenciosos de siglos de historia y devoción.