Cada año, cuando llega la primavera, la Patagonia se llena de vida y color. En Trevelin, un pequeño pueblo rodeado de montañas en la provincia de Chubut, florece uno de los paisajes más mágicos del sur argentino: el Campo de Tulipanes, un mar de flores que se abre abajo del sol para formar una alfombra de tonos vibrantes que parecen pintados a mano.
Durante octubre y noviembre, los campos se cubren de tulipanes de más de cuarenta variedades que van desde los clásicos rojos y amarillos hasta tonos violetas, coral, rosados intensos y blancos puros. El espectáculo no solo deslumbra por su belleza, sino también por el contraste con el entorno: los picos nevados de la cordillera, el verde profundo de los valles y el cielo patagónico despejado enmarcan el paisaje como una pintura viva.

Detrás de este escenario colorido hay meses de trabajo paciente. Cada tulipán nace de un bulbo que se planta a fines del otoño, cuando el frío aún domina la región. Durante el invierno, el bulbo permanece bajo tierra, protegido por la humedad del suelo y las bajas temperaturas. Y cuando la primavera comienza a despertar, los primeros brotes rompen la tierra y crecen día a día hasta desplegar sus pétalos. El resultado: filas perfectamente alineadas que forman un tapiz de colores infinitos, moviéndose suavemente con el viento patagónico.
Este 2025, el campo amplió su superficie e incorporó nuevas variedades, ofreciendo una experiencia aún más completa. A lo largo del recorrido, pasarelas amplias y zonas de descanso permiten disfrutar del paseo con calma, detenerse a tomar fotografías o simplemente observar cómo el paisaje cambia con la luz del día. También hay un dome transparente donde los visitantes pueden refugiarse si sopla el viento o cae una llovizna, sin dejar de contemplar el espectáculo floral.

La ciudad está ubicada a solo 27 kilómetros de Esquel, y llegar hasta allí es un viaje que ya vale la pena por sí mismo. La ruta serpentea entre montañas, lagos y valles antes de desembocar en este rincón de ensueño donde la naturaleza muestra su mejor versión. Además del campo, el pueblo ofrece casas de té, senderos, chacras y paisajes rurales que invitan a quedarse un poco más.
El Campo de Tulipanes de Trevelin es mucho más que un destino turístico: es una celebración de la vida, del color y de la paciencia que requiere la naturaleza para crear belleza. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, y donde cada flor que se abre recuerda que, incluso en los rincones más fríos del sur, la primavera siempre vuelve a florecer.