Cuando llega el otoño a Cataluña, las calles se llenan de aromas dulces y humo suave. Es tiempo de castañas asadas, panellets y boniatos. Es tiempo de Castañada, una tradición que se renueva cada año y que guarda en su esencia la calidez de las reuniones familiares, el recuerdo de los antepasados y la celebración de los frutos de la tierra.
El origen de esta costumbre se remonta a tiempos antiguos, cuando las familias se reunían la noche previa al Día de Todos los Santos para compartir alimentos sencillos y reconfortantes. Al calor del fuego, entre conversaciones y risas, se honraba la memoria de quienes ya no estaban. Las castañas, los boniatos y los panellets eran mucho más que comida: eran símbolo de unión, energía y gratitud hacia la naturaleza.

En la actualidad, la Castañada sigue siendo una de las celebraciones más queridas del calendario catalán. Las castañas, con su sabor ahumado, son el corazón de la fiesta. En los pueblos y ciudades, los puestos de las “castañeras” llenan el aire con su aroma tostado, creando una escena que combina tradición y calidez. A su lado, los panellets, pequeños dulces de almendra y piñones, aportan un toque artesanal y festivo. Prepararlos en familia se ha convertido en un ritual que conserva el espíritu de compartir y celebrar juntos.
Los boniatos completan la mesa con su dulzura natural y su textura suave. Son el reflejo de una cocina de raíces, sencilla y cercana, que acompaña los días fríos con sabor y energía. Cada bocado evoca los colores del otoño y el valor de las costumbres que resisten al paso del tiempo.
Durante la Castañada, Cataluña se transforma. Los mercados y ferias locales se llenan de puestos de productos artesanales, música y actividades que combinan historia y modernidad. En localidades como Sant Feliu Sasserra, la Feria de las Brujas recuerda los tiempos antiguos; en Vilaller, la Feria Milenaria reúne a productores, artesanos y vecinos; y en los pueblos de montaña, las ferias de la castaña celebran el vínculo con la tierra.

Más allá de las fiestas, la Castañada es una expresión viva de la identidad catalana. Es una tradición que no busca el espectáculo, sino la sencillez: la reunión, el fuego, la comida compartida y la memoria. Entre el olor de las castañas recién asadas y el dulzor de los panellets, se esconde una lección sobre el valor de las pequeñas cosas, la importancia de las raíces y el placer de disfrutar lo esencial.
Así, cada otoño, Cataluña se llena de vida y sabor. La Castañada no es solo una costumbre: es un encuentro con la historia, con los sabores de siempre y con la emoción de seguir celebrando juntos lo que verdaderamente importa.