Desde este 2 de mayo el Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires está poniendo a prueba la “Experiencia Obelisco” con invitados especiales de medios de prensa y algunos ciudadanos que se hayan inscripto previamente.
Pero ¿qué es lo que pudimos vivir en esta “experiencia”? Pues nada más y nada menos que subir hasta lo más alto del Obelisco Porteño gracias al nuevo ascensor que se instaló dentro de la estructura del monumento más emblemático de la ciudad.
Siendo quizás el cambio más grande que se le hizo al Obelisco, aunque sufrió algunas intervenciones a lo largo de su historia, la gran mayoría tuvo que ver con el exterior del mismo, cuando se habilite al público en general será la foto más buscada, junto a las icónicas letras B A que se encuentran en la plazoleta frente al Obelisco.
Recordemos que este monumento (criticado fuertemente y hasta se lo quiso demoler) fue inaugurado en1936. Desde ese momento gobernaron en la Ciudad 34 intendentes y 6 Jefes de Gobierno.
Al Obelisco se entra desde la Plaza de la República y se accede al ascensor a través de 8 escalones. El ascensor está sostenido mediante un sistema de anclajes. Y hay una escalera metálica alrededor para casos de emergencia. Para llegar a los 67,5 metros de altura se instaló un ascensor con un lado vidriado y otro con una pantalla. El tiempo de ascenso es de sólo un minuto.
Pero las emociones no terminan allí, ya que una vez que el ascensor se detiene todavía haya que subir 35 escalones más para llegar al mirador. Ahí están las cuatro ventanas para disfrutar las vistas de la Ciudad. Por seguridad las mismas sólo permiten una apertura basculante.
Las vistas sobre la Avenida 9 de Julio Norte y Sur y la Avenida Corrientes son increíbles. Tanto como que el proyecto de incorporar un ascensor dentro del Obelisco existe desde el mismo momento en que lo ideó Prebisch.
El intendente De Vedia y Mitre, en una carta del 4 de mayo de 1936 dirigida al doctor Ramón S. Castillo, interinamente a cargo del Ministerio del Interior de la Nación, afirmó: «Existe el propósito de dotarlo de un ascensor interno que permita el acceso del pueblo a la cúspide del monumento».
Casi 89 años después, se hizo realidad.
La obra del 2025
“El ascensor se instaló sin afectar en absoluto al monumento. Acondicionamos instalaciones eléctricas y adaptamos el piso para fijar la escalera caracol y la estructura metálica, mientras que el ascensor entró por partes y se armó adentro, porque la puerta original es el único punto de ingreso”, resumió Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público e Higiene Urbana.
“Este gran proyecto de ingeniería revaloriza uno de los símbolos porteños. El mirador panorámico es un nuevo atractivo turístico que cambiará la manera de ver nuestra Ciudad y su patrimonio, como en las grandes metrópolis del mundo”, dijo el Jefe de Gobierno, Jorge Macri en el monumento, junto a su esposa, la periodista María Belén Ludueña. También lo acompañaron la Vicejefa de Gobierno, Clara Muzzio; el ministro de Espacio Público, Ignacio Baistrocchi y el Presidente del Ente de Turismo de la Ciudad, Valentín Díaz Gilligan.
Durante el mes de mayo, y por el aniversario del Obelisco, habrá visitas gratuitas para vecinos con cupo limitado. El ENTUR está trabajando en un proceso licitatorio para la operación del mirador, que incluirá también una propuesta museográfica.
"El mirador nos va a dar la posibilidad de ofrecer a los visitantes una experiencia que va más allá de la típica foto con el monumento. Gracias al trabajo en conjunto con el sector privado, los turistas van a poder acceder a una vista panorámica inigualable", afirmó Valentín Díaz Gilligan, Presidente del Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires.
¿Por qué se construyó el Obelisco?
El Obelisco fue creado por el arquitecto Alberto Prebisch para celebrar los 400 años de la primera fundación de Buenos Aires. Allí, en la Plaza de la República, fue izada por primera vez la bandera nacional en la Ciudad.
El sábado 23 de mayo de 1936, día de su inauguración, el intendente de la Ciudad, Mariano de Vedia y Mitre dijo: «Este Obelisco será, con el correr de los años, el documento más auténtico de este fasto glorioso del cuarto centenario de la ciudad fundada por Don Pedro de Mendoza. Dentro de las líneas clásicas en que se erige, es como una materialización del alma de Buenos Aires, que va hacia las alturas, que se empina sobre sí misma para mostrarse a los demás pueblos y, desde aquí, proclama su solidaridad con ellos».