Siete hermosas ciudades escocesas con propuestas para sacarle el máximo partido a una escapada urbana en Escocia.
Cada una de las siete hermosas ciudades escocesas tiene un carácter único y oculta un sinfín de tesoros por descubrir. Desde Inverness, en el corazón de las Highlands, hasta Dundee, la Ciudad del Diseño de la UNESCO, cualquiera de ellas es el destino perfecto para un largo fin de semana. Aquí podrás ir alternando los atractivos de la ciudad con la quietud de su entorno natural.
La vibrante Glasgow es la mayor ciudad de Escocia. Sinónimo de cultura, acoge conciertos a diario y los murales que decoran las calles del centro son un museo de arte al aire libre. Su proximidad con la costa oeste permite embarcarse en el ferri de CalMac Ferries para visitar las islas de Bute o Arran en un solo día. También, observar las constelaciones en el Parque de Cielo Oscuro de Galloway.
Continuando hacia el norte, Inverness está repleta de rincones encantadores, como las islas del río Ness. Es ideal para avistar ballenas en la costa de Moray o explorar la desconocida península de Wester Ross.
El Museo Marítimo de Aberdeen, refleja su fuerte vínculo con el mar. Desde el puerto parten varios ferris de NorthLink Ferries hacia las islas Orcadas y las islas Shetland. De todas maneras, la ciudad es un lugar excelente para recorrer la ruta de los castillos de Aberdeenshire. O los varios faros situados a lo largo de la costa, como el de Fraserburgh o el de Rattray Head.
Bajando hacia la costa, Dundee ha sabido conservar sus raíces ligadas al tejido del yute, en el museo Verdant Works, y a la construcción de embarcaciones como el RRS Discovery, que llevó la primera expedición científica a la Antártida, sin dejar de evolucionar y transformarse en la dinámica e innovadora ciudad que es hoy, con joyas como el Museo V&A que lo atestiguan. Desde Dundee se puede acceder fácilmente a la zona montañosa de los Angus Glens o a la costa, con sitios tan relevantes como la abadía de Arbroath.
Adentrándose hacia el interior, el paisaje boscoso de Perth, que cambia según la estación del año, merece una parada para admirarlo. El Jardín Branklyn, a pocos pasos del centro, y el Palacio de Scone, situado justo a las afueras, son de visita obligada. Desde la ciudad parten varios senderos perfectos para los amantes de la naturaleza. Tanto en el Parque Natural Nacional de Cairngorms, como en la región vecina de Fife, con ciudades emblemáticas como Dunfermline y pueblos de postal.
Si bien Stirling es conocida por ser escenario de la batalla de Bannockburn y por su castillo, sus varios edificios del siglo XVI y finales del XIX, como las Galerías o el Stirling Highland Hotel no pueden pasarse por alto. Alojarse en Stirling permite disfrutar de ella y explorar el Parque Nacional de Lago Lomond y Trossachs, ya sea a pie, en bicicleta o en barco.
Por último, los singulares barrios de Edimburgo permiten apreciar las varias caras de la ciudad. Desde Leith, ese barrio humilde que vivía de la pesca, hasta Morningside, conocida por sus casas señoriales y sus numerosas cafeterías. La capital es, además, el enclave perfecto para descubrir los Scottish Borders, con sus abadías medievales y sus colinas suaves que se extienden hacia la costa.
Fuente: Agenttravel